La iluminación para actividades específicas, como su nombre lo indica, se utiliza para facilitar ciertas tareas perfeccionando la iluminación general del espacio.
En la mayoría de los casos, el objetivo de este tipo de iluminación es aumentar el nivel de luz para determinadas actividades, como leer impresos muy detallados o realizar tareas manuales particularmente complejas para las cuales el nivel de luz general no es suficiente. Puede utilizarse también para variar las condiciones de iluminación con el fin de ayudar a personas con problemas de vista o a ancianos, que para realizar ciertas tareas suelen necesitar más luz que los jóvenes.
En algunos casos, la luz para actividades específicas localizada en un espacio de trabajo individual permite reducir el nivel de iluminación general y, por lo tanto, el consumo energético.
En algunas situaciones, responde a un objetivo más específico, como incrementar el rendimiento cromático para distinguir los componentes eléctricos en una línea de ensamblaje o para evaluar el acabado de un automóvil recién pintado en un taller.
En consecuencia, es importante que la iluminación se planifique en sintonía con la actividad a realizar, eligiendo la fuente luminosa y los aparatos con las prestaciones más adecuadas para el caso.
Existen distintos tipos de iluminación para actividades específicas, desde los aparatos empotrados de oficina hasta los aparatos suspendidos y los focos o proyectores montados en un espacio de trabajo específico.